Todos los días a las doce y doce,
doce niños rompen en llanto desconsolado.
Gabriela con su pausado hacer y su
cuerpo diminuto, toma una por una la doceava parte del problema, en sus brazos,
amorosamente.
No alcanzan el consuelo. Gabriela se rinde, se sienta , espera que el paso del tiempo acabe por solucionarlo.
Se había corrido la voz, en la
escuela, en el barrio, los inspectores, todos murmuran sobre el curioso
fenómeno. Incluso alguien con el carnet de prensa quiso llevar el fenómeno al noticiero.
Hoy es día doce del mes doce, van
a dar las doce. A Gabriela le parece escuchar ya las
lágrimas que van a llegar.
Gabriela está a punto de volver a
sentarse. Un impulso le recorre hasta el
tuétano, como cuando ves que una puerta se dirige a un portazo seguro y corres a
evitarlo.
¡Que llueva! ¡Que llueva! La
virgen de la cueva…
Sus manos comienzan a dar palmas
y una voz poderosa arranca armoniosa de su garganta.
Elías, Candela y Carla son los
primeros en escoger el silencio, le siguen
Martina y Marina, siempre de la mano, Iker, Héctor, uno por uno van
tomando esa elección. La voz de Gabriela
se va convirtiendo en la más dulce de las melodías, hasta que no se oye nada.
…
Si buscas resultados distintos no
hagas siempre lo mismo. Einstein.
Nos ocurre que las rutinas han
arraigado en nuestra vida. Nos ocurre que hay cosas que nos gustaría cambiar.
Nos ocurre que repetimos una y otra vez las mismas discusiones con nuestra pareja,
los mismos motivos, las mismas frases a nuestros hijos, incluso las mismas
frases que nuestros padres nos repitieron. Nos ocurre.
Si deseas que tu vida cambie en algún sentido. Empieza por algo fácil. Por ejemplo, intenta contar las veces que hoy
te embargó el malhumor. Cada día consigue que ese número sea más pequeño. Enfadarse depende sólo y exclusivamente de
ti.
Si logras ser consciente de las
veces que cosas externas hacen cambiar algo dentro de ti, ya habrás dado un
paso. No es tan difícil. Toma una decisión. Haz algo diferente.
Para reflexionar
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