Su melena rubia canario, su tez
oriental, su amarilla risa histriónica, sus
manos largas y punzantes, su menudez excesiva, era mi primera gran amiga, se llamaba Marisol. Vivíamos cual siamesas, en el cole,
en la calle, en el patio, en los charcos…
-
¡Que fantástico era estar junto a ella!