Se vistió con aquel
vestido que tanto le favorecía.
Perfumada con aroma a primavera. Brillo
en sus bellos labios. Era una cita importante para ella.
Se encontraba bien, atractiva y segura de sí misma. Su piel estaba ardiente, toda la sangre de su cuerpo circulando a toda prisa . Como el metro en hora punta. Su estómago con una sensación de burbujas de colores.
Faltaban cinco minutos para la hora. Ella ya esperaba
sentada en el bar de la estación.
Le envió el último whatsapp antes del anhelado encuentro.
- Cuento los minutos para verte.
Inmediatamente sonó el teléfono, ¡Era él! Un escalofrío
corrió desde la pantorrilla hasta sus orejas y le produjo una sensación rara.
- Llegaré
tarde, contratiempos, necesito unos
cuarenta y cinco minutos más o menos.
No escuchó más, él continuaba hablando, pedía disculpas, daba explicaciones, pero ella se
había esfumado. Transitaba por su pasado, revivía muchos abandonos, muchas
frustraciones, deseos rotos, esperanzas destrozadas, dolores pasados.
Salió a la calle, la boca de metro se la tragó. Allí se
acabó la cobertura.
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Actuamos movidos por pensamientos que en la mayoría de las ocasiones son erróneos.
Nos dejamos llevar por la base de datos que tenemos incrustada bajo el cabello.
Nuestras experiencias nos llevan a pensamientos. Los pensamientos derivan en
emociones. Las emociones nos empujan a
actuar de una determinada forma. Es tan rápido el proceso, se desencadena todo
con tal prisa que ni siquiera podemos darnos cuenta que hicimos antes, pensar o
sentir. Nuestra percepción es que sentimos en primer lugar. No es así.
Por lo general pensamos y luego sentimos, asociamos lo que
nos ocurre ahora con experiencias vividas. Si las pasadas nos depararon algún
mal, reaccionamos sintiendo lo mismo que cuando lo vivimos.
Parece que no hay solución. Se diría que estamos abocados a
actuar bajo nuestra emoción. Una emoción de la mano de unos pensamientos que la
mayoría de veces no son correctos. ¿Cuál es la respuesta?
La respuesta es tan sencilla como difícil de aplicar, sólo
la intuición puede guiarnos.
Hay algunas pistas que nos llevarán a saber que nuestros
pensamientos, nuestras acciones e incluso lo que sentimos nos está gastando una
broma pesada. Una de las mejores pistas es que nos sintamos demasiado mal con
algo que en apariencia no es tan grave.
Si nos dan un plantón y nos sentimos tan mal como para dar
carpetazo a una relación, como la chica de la historia, algo va mal.
Esto debería hacer saltar nuestras alarmas y buscar por qué
somos tan sensibles a esta situación. De nuestro conocimiento ante las
situaciones que nos llevan a sentir dolor se generarán las herramientas
necesarias para no tener que sentirlo.
A ha!
ResponderEliminarEl pensamiento es un jodido sabelotodo q tenemos pegado todo el día
ResponderEliminar"Una de las mejores pistas es que nos sintamos demasiado mal con algo que en apariencia no es tan grave". Esto es la clave de todo.
ResponderEliminarAhí va una pista:
ResponderEliminar"Los filósofos que han especulado sobre el significado de la vida y sobre el destino del hombre no han subrayado con la suficiente energía que la naturaleza se ha tomado la molestia de instruirnos sobre este asunto. Nos advierte con un signo preciso que estamos alcanzando nuestro destino. Este signo es la alegría. Digo la alegría, no el placer. El placer no es más que un artificio inventado por la naturaleza para obtener del ser vivo la perpetuación de la vida; pero no señala la dirección en la que la vida está lanzada. En cambio, la alegría anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha alcanzado una gran victoria: toda alegría tiene un acento triunfal. Pero si tenemos en cuenta esa indicación y seguimos esa línea de hechos, encontraremos que donde hay alegría hay siempre creación, y que cuanto más rica es la creación, más profunda es la alegría"
Bergson, filósofo francés y novel 1927 de literatura.
Seguiremos la pista a esa que llaman alegría :)
EliminarQue bueno tu comentario. Me produce mucha alegría encontrar gente que piensa esto.
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