jueves, 3 de noviembre de 2011

Con niños en Madrid, visita al Safari Park

Animales a los que se puede tocar , dar de comer o bien admirar, y  campo y naturaleza y niños ¡coctel perfecto!
Nos vamos de visita al  Safari Park.         
 El safari  está en Aldea del fresno, un pueblo a unos 53 Km de Madrid, es fácil de encontrar, y  una vez llegas a este pueblo está bien indicado.
 
Me viene a la memoria  nuestro  coche rodeado de un montón  de animales y  Candela con los ojos brillantes ofreciéndoles decenas de zanahorias.
No te asustes no tienes que venir de casa con la compra hecha, cuando compres las entradas al parque también te venden   bolsas  con zanahorias, compramos dos, sólo cuestan 2 euros, los animales devoran.
Esto fue lo más divertido del día, sólo son un poco bruscas las avestruces porque intentan coger la comida de un picotazo, pero son muy divertidas.
Nosotros les íbamos poniendo nombres a cada uno, Pepita a la avestruz, vete Pepita le decía Candela.
Gutierrez al ciervo, Gutierrez deja a Pepita comer.
Deja la ventanilla de tal forma que no se les quepa la cabeza a los animales, que se te cuelan.
Vemos  bisontes, osos, rinocerontes e  hipopótamos y sin valla por medio,  no podía creer estar tan cerca de esos animales, todo una experiencia.
Es la siguiente zona, a continuaci´n de Pepitas y Gutierrez, es  una parcela más controlada, no se puede parar el coche y no se puede ir con las ventanillas bajadas, cuidado con los monos, se te pueden subir al coche.
Cuando termines la ruta  no puedes perderte la exhibición de aves rapaces, es sensacional.
Recrean la  caza de cada una de las aves como si estuvieran en libertad.
Vimos un Condor,  con la envergadura de este bello animal,  lanzado hacia  una presa,   un águila en caída libre desde una altura enorme hasta el suelo. Todo un espectáculo.

El culmen de la visita llegó con el  “el rincón de los mansos”,   cabras enanas y cerdos en un recinto con vallas al que los niños pueden entrar libremente. Había una cabrita de un mes y unos cerditos también pequeños, Candela se pasó una hora jugando con las cabras, cogiendo a la pequeña y  tras  unas y otras. El lugar huele como os podéis imaginar y Candela salió con el mismo olor de las cabras, pero se lo pasó en grande.
Del rincón de los mansos a la lavadora, dejadlo para lo último.
Hasta aquí os cuento lo que merece la pena de esta visita, lo demás para nosotros deja mucho que desear.
Hay algunas instalaciones más con animales como  un minizoo, la zona con aves, la de reptiles.
Las instalaciones en general  no son buenas, el sitio está bastante obsoleto y le haría falta una remodelación, ir al Safari park  sólo la aconsejo si váis con niños.
 El chiringuito de la comida está al lado de las cabras. Es conveniente que os llevéis vuestra propia comida, hay un espacio con mesas de plástico y sillas  al lado de los toboganes preparado para comer de bocatas y tiene un bar. Podréis degustar vuestros bocatas admirando a los elefantes  al fondo.

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